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viernes, 21 de octubre de 2016

No todas las aventuras salen bien.



Enero, 1986. El transbordador espacial Challenger se desintegra a los setenta y tres segundos de despegar de Cabo Cañaveral ante la atónita mirada de la televidencia de la CNN y la no tan atónita mirada de los ingenieros de la Nasa que tanto calor habían dado con los fallos en la junta tórica del cohete. Sus siete tripulantes murieron unos en el acto y otros tras estamparse lo que quedaba del Challenger en el océano Atlántico a una velocidad de más de trescientos kilómetros por hora. Estados Unidos tardó treinta y pico meses en volver a mandar al hijo de nadie al espacio (lo siguiente fue el Discovery en el 88 con cinco tripulantes que ya hay que ser valiente). A la misa en homenaje a los astronautas fallecidos fueron miles de personas entre ellas sus familiares sus compañeros de la Nasa los que no habían revisado la puta junta tórica y Ronald Reagan, que tiró de lagrimeo para sacudirse a los muertos. "A veces cuando intentamos llegar a las estrellas nos quedamos cortos, pero hay que levantarse y seguir adelante", dijo el gilipollas. Más de la mitad del Challenger no ha aparecido pero sí encontraron la bandera de los Estados Unidos que llevaba el cohete, lo cual puede ser una bonita metáfora para alguien a quien le gusten las metáforas. Por lo visto el accidente cambió completamente los esquemas de la exploración espacial y reveló que la Nasa se había vendido a la filosofía capitalista y hubo movidas con la prensa porque como no les daban información, se la inventaban.

Octubre, 2016. Mi estoicismo se desintegra a los cincuenta y cuatro segundos de despegar los ojos sacar el culo de la cama y pegarle el primer sorbo al café ante la atónita mirada de nadie y la no tan atónita mirada de cualquiera. No sé si es cosa de la junta tórica de la distorsión o de la tralla pero desde luego no es tan importante como para que el Gobierno mande constituir una comisión para encontrar respuestas. Afortunadamente esta vez nadie corre peligro ni habrá homenajes lo que es bastante reconfortante porque no tendremos que escuchar más tonterías como las de Reagan.

No todas las aventuras salen bien. Deja de buscar la moraleja.

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