- quien llega último se la queda
- la máxima autoridad en el llano es el dueño del balón
- tocar la parilla es tocar casa*
- si no vas a bajar a jugar, tira el balón por la ventana
(cómo iba a entender tu madre que saltar la parilla no te convertía en mejor, pero no saltarla te anulaba como individuo)
será que ahora estoy más cerca de la prudencia de mi madre que de aquella niña que sabía saltar la parilla y usar el balón como 1) elemento de poder siempre que no hubiera en el llano un balón mejor que el mío 2) ruido de ausencia cuando no había en el llano balón con el que jugar y nadie salía al balcón si me gritaban desde la calle, porque en mi norma de trato social no queda ni rastro de aquella ley que rige tu primer contrato con la comunidad y luego se diluye conforme la comunidad se expande y cambia y empiezas a escuchar sobre constituciones valores morales ideologías caridad cristiana meritocracia capitalista constructos impuestos por adultos como yo ingratos con delirios de grandeza que han renegado de las reglas del barrio
ahora que no tengo una parilla a la que llamar casa ni siquiera una casa a la que llamar casa y que el juego es más grande y más peligroso y yo estoy más sola y ya no tengo edad para ser cascarón de huevo comprendo como nunca la importancia de las parillas y reivindico el regreso a los principios más básicos del derecho tribal resumidos en las leyes del barrio
- bajo ningún concepto los últimos pueden ser los primeros
- tanto tienes tanto vales
- sólo en el hogar y en la sangre estarás a salvo
- si no vas a bajar a jugar, al menos tira el maldito balón por la ventana
Excepto el "tanto tienes tanto vales" me suscribo al las leyes del barrio.
ResponderEliminar(Por cierto... Putada gorda quedarme sin pocer asistir a la charla que hizo con Maria Bonet y María Sanchez.)
En el barrio es tanto tienes tanto vales porque tanto tienes tanto prestas. No se concibe tener sin prestar o así lo vivía yo. Un balón, unas canicas, un bocata de tortilla o una idea. Nos veremos en la próxima ;)
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