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domingo, 30 de septiembre de 2018

las leyes del barrio


- quien llega último se la queda
- la máxima autoridad en el llano es el dueño del balón
- tocar la parilla es tocar casa*
- si no vas a bajar a jugar, tira el balón por la ventana

*y cuando digo que tocar la parilla es tocar casa lo digo con la voz que tenía de niña cuando no nos mareábamos con metáforas ni sentidos velados, cuando tocar la parilla era colocarse al amparo de una instancia superior, el refugio último, tocar literalmente una casa en la que ya nadie te podría hacer perder el juego, hablo de cuando se podía llegar hasta la parilla sólo caminando hacia ella siempre y cuando no coincidieras en el espaciotiempo con un coche o una moto que salía de la cochera contigua esa cuyo acceso lleva años cercado por una valla que impide el acceso sur a la parilla y ciega el acceso norte porque ahora llegar hasta la parilla desde el otro lado y saltarla sólo serviría para quedarte encerrado en la cochera de otro, pero hubo un tiempo, el mismo tiempo en el que tocar la parilla era ponerse a salvo y respirar hondo cuando jugabas a pillar, en el que acostumbrarse a saltar la parilla para cruzar de un lado a otro era un rito de iniciación para los niños del barrio, un reto para los valientes dispuestos a correr el riesgo de romperse los tobillos en la caída: tú no eras digna de aquel foro de arena y polvo si no saltabas la parilla con la misma destreza de la que hacían gala los más chungos, los que fumaban cigarros haciendo equilibrios sobre la parilla que tú tendrías que aprender pronto a saltar siempre a espaldas de tu madre que cuando salías por la puerta te decía no se te ocurra saltar la parilla que como te caigas te matas

(cómo iba a entender tu madre que saltar la parilla no te convertía en mejor, pero no saltarla te anulaba como individuo)

será que ahora estoy más cerca de la prudencia de mi madre que de aquella niña que sabía saltar la parilla y usar el balón como 1) elemento de poder siempre que no hubiera en el llano un balón mejor que el mío 2) ruido de ausencia cuando no había en el llano balón con el que jugar y nadie salía al balcón si me gritaban desde la calle, porque en mi norma de trato social no queda ni rastro de aquella ley que rige tu primer contrato con la comunidad y luego se diluye conforme la comunidad se expande y cambia y empiezas a escuchar sobre constituciones valores morales ideologías caridad cristiana meritocracia capitalista constructos impuestos por adultos como yo ingratos con delirios de grandeza que han renegado de las reglas del barrio

ahora que no tengo una parilla a la que llamar casa ni siquiera una casa a la que llamar casa y que el juego es más grande y más peligroso y yo estoy más sola y ya no tengo edad para ser cascarón de huevo comprendo como nunca la importancia de las parillas y reivindico el regreso a los principios más básicos del derecho tribal resumidos en las leyes del barrio

- bajo ningún concepto los últimos pueden ser los primeros
- tanto tienes tanto vales
- sólo en el hogar y en la sangre estarás a salvo
- si no vas a bajar a jugar, al menos tira el maldito balón por la ventana


2 comentarios:

  1. Excepto el "tanto tienes tanto vales" me suscribo al las leyes del barrio.

    (Por cierto... Putada gorda quedarme sin pocer asistir a la charla que hizo con Maria Bonet y María Sanchez.)

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    1. En el barrio es tanto tienes tanto vales porque tanto tienes tanto prestas. No se concibe tener sin prestar o así lo vivía yo. Un balón, unas canicas, un bocata de tortilla o una idea. Nos veremos en la próxima ;)

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