Pages

martes, 11 de diciembre de 2018

un mundo terrible




contestas con la cara del caballo del guernica a la verbalización última del veredicto que pone fin a mis quimeras adolescentes. pareciera que en vez de anunciarte mi renuncia te estuviera confesando una enfermedad terminal. ya lo sé, que la culpa es mía por fabricarme una identidad sobre andamios de la misma plastilina de la que están hechos los deseos. cuando está fresca se dobla y cuando está seca se rompe. no es tóxica pero es indigesta (no sé si alguna vez la habrás probado, la plastilina). el resultado es que al final se te cae la estructura y además te cagas encima.

me dices que es una fase. que el trabajo me nubla, esas jornadas eternas y ese salario raquítico, que la navidad es para los novios, la vida de dos en dos, que la angustia generacional y la incertidumbre del futuro y el veneno neoliberal y los muertos de las pateras y los pringosos tentáculos del patriarcado, que aún se me hacen bola los resultados electorales, que ya me conozco y lo mismo que bajo vuelvo a subir como las mareas. que espere y que aguante. lo que pasa es que te tengo acostumbrada a acudir buscando golpecitos en el lomo, dócil como un animalillo herido, y te sorprende que hoy no compre discursos especulares ni jaleos reconstituyentes pero es que de verdad hoy solo vengo a entregar las armas para hacerle sitio a unas nuevas. si tú eres el caballo del guernica yo soy el candil.

este es el año en el que deliberada y reflexionadamente y ya en frío renuncio públicamente a mis sueños porque perseguir los sueños no trae nada bueno. los sueños son como los crushes o los incendios: es mejor mirarlos desde lejos, adorar su belleza pero no tocarlos, no tocarlos nunca, porque se rompen o te decepcionan y hasta te matan. mira: el mundo es un lugar terrible lleno de fachas y de malas personas. es en ese mundo de mierda donde andan meciéndose mis sueños y yo prefiero este salón a ir en su busca. el mundo es una enorme bola de mugre y yo prefiero este salón. no me hables de filantropía que ya sabes que soy cada vez más cascarrabias, de verdad, ni tú ni yo tenemos poderes para poner en jaque a un sistema erigido sobre los restos del derrumbe de los sueños de otros. los sueños son para los niños en edad de tener sueños. yo tengo casi 28 y mucho miedo de la deriva psicótica de occidente así que deja que me quede en el puto salón.

todo estará bien. mis sueños no me definen, ahórrate la palabrería jodorowsky: ni mi rendición me anula como individua ni esa constancia temeraria iba a darnos frutos. está bien ser común, quedarse en este espacio seguro, con amigos que se dan la razón entre sí y alguna música ligera para mover el culo. las aspiraciones no tienen que mover montañas: me basta con querer seguir aquí, me basta con tener para otra ronda, reírme con tonterías, no arriesgar, visitar un pueblo blanco, verme guapa un día, ir a la nieve, celebrar este arraigo humilde aunque lo tachen de mediocre y por mucho que insistan en que puedo dar más y que estamos aquí para hacer grandes cosas. no somos tan presuntuosas como para tomarlo al pie de la letra. no vamos a quemar el palacio de invierno ni a parir al mesías que lo pondrá todo patas arriba. no voy a volver a ponerme seria ni quiero que la autodestrucción de los míos sea televisada y la única guerra en la que voy a participar es la de proteger este salón de la porquería de ahí afuera. el mester de juglaría ya no le canta a los héroes valientes y para esta gesta no necesito perseguir sueños, sino despedirlos. apretar los dientes, empujar con los talones el suelo. dejar que se vayan. implorar que nunca vuelvan.


1 comentario:

  1. Gracias Irene por tu literatura.
    El mundo fue y será una porquería,
    ya lo sé,
    en el quinientos seis,
    y en el dos mil también.

    ResponderEliminar