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domingo, 12 de abril de 2020

tampoco éramos tan felices antes.



a las putas ocho de la tarde de cada puto día después de los putos aplausos que cada vez se parecen más a una revista militar que a un amable gesto para con nuestros servidores públicos una vecina que se ha autodesignado líder del batallón o bufona de una corte triste agarra un puto megáfono para trasladar un innecesario mensaje de aliento y cantar como una chicharra los estribillos de una puta canción de chayanne. yo no le riño porque no soy esa vecina que riñe así que me como yo solita el veneno cada puto día a las putas ocho de la tarde, me enfado y me enrabio y me tiro de los pelos y a veces hasta lloro un poco. la muy fascista nos impone una rutina que es cruel que nos recuerda que han pasado 24 horas rigurosamente iguales a las 24 horas anteriores y que nos adentramos en otras 24 horas idénticas hasta quiénsabecuándo. "un día más, un día menos" dice siempre para cerrar su discurso de puta nazi que imagino que para ella es un mensaje último de ánimo porque no se me ocurriría pensar que esa chavala nos quiera amargar la existencia y que realmente sea la puta nazi que está demostrando ser.

ni siquiera aquí ni siquiera ahora nos hacemos el favor de dejar en paz a los otros. los otros están demostrando ser efectivamente el infierno de sartre en esta pesadilla colectiva que tan bien nos iba a venir para reconsiderar nuestra forma de ser sociales y valorar lo comunitario. yo me asomo a las redes y a los chats grupales como si sacara la cabeza de la trinchera esperando esquivar tiros que son voces lloronas que lloran la mayoría con razón y discursos épicos que se reproducen y se multiplican la mayoría sin razón. a ver quién le quita los delirios de grandeza a tanto inútil después de tanto aplauso y a ver quién le saca las vergüenzas a las FCSE después del pinkwashing que se están trabajando a base de felicitar a los niños con sirenas que por cierto me preocupa seriamente la disociación del concepto de las sirenas de emergencia que en el lenguaje universal ya son aplausos y no advertencias de peligro y cuando esto acabe a ver quién distingue un accidente con heridos de un cumpleaños.

hay tres cosas que me preocupan. una es la de las sirenas anteriormente reseñada. otra son las consecuencias económico-sociales que va a tener todo esto y aquí entra lo del paro las empresas usureras y la extrema derecha haciéndose fuerte. la tercera es el previsible efecto challenger derivado de la incontrolada generación de expectativas que saltarán por los aires cuando volvamos a la normalidad y nos acordemos de que la normalidad es también una puta mierda porque como los idiotas que somos tendemos a barnizar el pasado con la resina brillante del recuerdo. el pasado puede ser tu infancia o una siesta con tu ex o por supuesto la libertad de una ciudad sin pandemias ni estados de alarma como la de hace un mes y pico. ese barniz tan tramposo borra la frustración del niño que no entiende el mundo pero se ve obligado a acatar la norma social si no quiere ser castigado y desdibuja la cicatriz de las putadas que te hicieron cuando no dormías la siesta y te hace olvidar la soledad involuntaria que respirabas antes de esta otra soledad involuntaria (que por supuesto es mucho peor porque ahí fuera se está muriendo gente que ni siquiera puede ser enterrada por su gente, por favor que nadie malinterprete mi fatalismo del privilegio).

lo que quiero decir es que si le limpiamos el barniz de la nostalgia a eso a lo que queremos volver descubriremos con gran decepción que lo de antes tan solo es el mal menor dentro de un abanico de vidas posibles y horribles. desde el centro mismo de la niebla mental del encierro no se ven las puñaladas ni los malos amigos ni los exnovios chungos ni la precariedad laboral pero en realidad no éramos tan felices antes así que tampoco os flipéis (pero sobre todo no me hagáis mucho caso porque hoy estoy muy enfadada por culpa de la vecina nazi del megáfono en la que veo la personificación misma del mundo despiadado egoísta y tirano que nos espera ahí fuera y al que por otro lado yo también estoy deseando salir para reprobarlo en compañía).


1 comentario:

  1. En mi caso lo de aplaudir lo llevo mal. Vamos que ni bien ni mal, que no. Como cualquier hijo de vecino me alegro de que los míos tengan algo que les sea divertido, aplaudir, mover el móvil, caceroladas, poner el resistiré o gritar viva españa hasta que se desgañiten. Pero conmigo que no cuenten para gilipolleces.

    Irene... no te veo a tí tampoco aplaudiendo los desvaríos de una nazi del resistiré.

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