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sábado, 17 de agosto de 2013

Football season is over.



Se acabó la temporada de juego. Se acabaron los bailes. Se acabó el alcohol. El LSD. Las pistolas. Las revistas. Los coches que atraviesan como un rayo una carretera recta y amarilla que sería aburrida de no ser por los murciélagos. Las gafas de sol y las camisas hawaianas. Un tiro. Bang. Football season is over. Sin embargo quedan las huellas el dedo sobre el gatillo los restos de sangre la cabeza abierta el susto del que se encuentre la escena el llanto de los que aún no le odiaban lo suficiente, y quedo yo que por no pensar en agendas teletipos llamadas telefónicas teléfonos que no suenan últimas conexiones certezas sospechas silencios resacas los fantasmas de siempre el país sumergido esta forma tan tonta de clavarme en el suelo esta consciencia absoluta de mí misma el convencimiento de que tarde o temprano tendré que huir y a ver dónde me aguantan ahora a mí con mis movidas y mis dardos y mi palabrería que no va a cambiar el mundo ni va a cambiar a nadie, con tal de no pensar en futuros y presentes acabo acordándome de la última frase de un genio del suicidio y me imagino cómo sería vivir sin pararme a tomar aire tirada en la calle haciendo el loco por alguna route, convertida en un Doctor Gonzo en un Dean Moriarty en un Son of Anarchy pero con mejor final.
Para enganchar de verdad hay que ser muy mala compañía.
Por qué te sorprende.


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