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miércoles, 10 de abril de 2019

con las tripas


sabes esos vídeos virales de reacciones de niños miopes que usan gafas por primera vez? yo no me los creo. esas criaturas, los niños miopes, descubren en ese momento lo que nadie ha podido explicarles porque además de miopes son niños y se les habla como a los idiotas. esos cristales son una bomba que dinamita al instante todo lo que habían conocido a lo largo de su breve vida aunque no creo que ellos tengan noción de brevedad porque tampoco les explicamos a los niños la duración potencial de su existencia. las gafas les despiertan en un mundo nítido que desconocen, un mundo donde es posible medir las distancias reconocer las aristas distinguir los colores. por muy guapos que sean los padres esa experiencia tiene que ser traumática, casi tan traumática como nacer mismamente. total, que yo imagino a esos niños preguntándose con angustia qué será lo siguiente y no chillando alegremente al ver por primera vez a una tía que dice ser su madre, porque el concepto de madre que tenía el niño miope era el de un bokeh a f/2.8 y no esa cosa.

el ejemplo no me sirve al final para lo que yo quería, que era defender que se vive mejor en la tara propia, porque es verdad que la criatura, superado el susto, gana en calidad de vida y yo ni supero el susto ni he ganado nada desde que salí de mi burbuja que es lo que venía a contar. yo quería hablar así alegóricamente de la que se nos viene encima, hablar de política sin meterme en teorías que puedan venir luego a rebatirme (ni que yo fuera alguien como para que me rebatan nada). quería hablar de mis valores y los valores de mi familia y de mis amigos y de los novios que he tenido y de mis profesores y de la suerte envenenada que tuve, envenenada porque desde mi burbuja no se veía lo de fuera y desde hace un tiempo mi capacidad de asombro se estira como un chicle y ya hasta me cuesta sentir la ajenidad que antes sentía con respecto a la turba que al parecer ha estado ahí siempre, vagando por los alrededores del diámetro de mis círculos, pero ahora aplaude y grita como si fuera puesta de crack. imagínate que al niño hasta el momento feliz con su capacidad visual limitada le ponen las gafas y se encuentra a don pelayo resucitado

la verdad es que todo es soportable hasta cierto punto. puedo entender que el rico defienda su status de rico y me da igual si el rico no entiende que es el enemigo legítimo, porque resulta que lo es. puedo entender que el que quiere hacerse rico defienda los privilegios del rico para cuando le toque, pero ojalá él entendiera que es mucho mejor tener todos un poquito a que él se lo quede todo. felicito a los urdidores del sistema de los ricos por atontarnos con ideas de libertad individual pacifismo indiferencia que son más fáciles de comprar que las de rosa luxemburgo y el ruido y las cadenas. ese sistema siempre tuvo palmeros y los palmeros se han estado calladitos hasta que ha llegado el 15m de las banderas nacionales y la consiguiente carrera de a ver quién dice la barbaridad más grande para demostrarme eso del chicle infinito de asombro que decía antes. porque lo peor no es que lo digan, lo peor es que lo aplauden, y por lo visto solo queda combatirles democráticamente con lo poquito que nos gusta en realidad la democracia porque mira que es aburrida la democracia, pero estamos de acuerdo en que es la única forma de no hacernos sangre (que matarnos, nos matamos igual)

yo, que desde que tengo uso de razón he votado con la nariz tapada, esta vez voy a ir a votar con las tripas, más por ponerle ramas al dique que por perseguir un ideal, más por eludir males mayores que por la satisfacción de estar construyendo algo con una papeleta electoral diseñada también para mantener un sistema que, ganen los malos o los menos malos, va a seguir siendo tirano con los pobres y yo precisamente solo compro un sistema donde los pobres sean los tiranos porque solo defiendo una injusticia que beneficie a los que están abajo y si se desvía de la senda que perpetúa la opresión esa injusticia es justa. solo a una tiranía de los pobres le confío ese deseo de liberar a los esclavos y ya me di cuenta, cuando se cayó la barrera y me pusieron las gafas, de que los esclavos van a seguir siendo esclavos después de que yo me muera porque en el sistema este que nos ha engullido la idea de esfuerzo personal se traduce en producir para otro y no en sacrificarse por el prójimo. la cuestión es que no tengo más cojones que participar otra vez de este circo de los preescolares convertidos en matadero y 1) que si toda esta basura va a peor, por mí que no haya sido; 2) que si se queda como está, yo ya sabía a lo que venía


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